Chile: candidatos, programas y desafíos centrales de una elección crucial

 


La candidata oficialista Jeanette Jara es militante del Partido Comunista. Parece posible que se imponga en primera vuelta, pero no tanto en el seguro balotaje.  

Las elecciones presidenciales del 16 de noviembre de 2025 encuentra al país en un momento de reflexión y redefinición. La ciudadanía, marcada por la fatiga de dos procesos constituyentes fallidos y un ciclo de alta intensidad política que comenzó con el estallido social de 2019, parece anhelar alguna certidumbre.

   El clima sociopolítico actual, según un análisis de la Fundación Carolina, está dominado por una demanda prioritaria por mayor seguridad, estabilidad y una reactivación económica tangible, dejando en un segundo plano las transformaciones estructurales que antes encabezaban la agenda pública. Este palpable giro desde un discurso de transformación hacia uno de restauración marca el fin de un ciclo político y establece los términos definitivos del debate para la elección de 2025.

   Este análisis del panorama electoral está estructurado en dos partes. La primera mitad se adentra en el escenario de la contienda, perfilando a los principales candidatos, sus ejes programáticos, y examinando la dinámica de sus campañas, desde los debates televisados hasta el campo de batalla digital. La segunda parte profundiza en los desafíos estructurales que enfrenta el país —principalmente la encrucijada socioeconómica y en segundo término la seguridad— y contrasta las soluciones que cada candidatura propone para abordarlos.


El escenario electoral y sus protagonistas

   Para descifrar el actual mapa político chileno, es fundamental comprender no solo los perfiles de los principales candidatos, sino también las prioridades que articulan sus programas de gobierno. El espectro ideológico es amplio y diverso, abarcando desde propuestas que abogan por un Estado robusto y un rol central en la economía, hasta visiones de corte liberal que promueven la desregulación y la reducción del aparato estatal. Este abanico de enfoques revela las lecturas de cada uno sobre los problemas del país y los caminos propuestos para superarlos.

Evelyn Matthei

   Posicionada como una de las candidatas con mayor visibilidad, su programa prioriza de manera decidida la seguridad y el negocio de la salud. Su enfoque en seguridad se resume en una postura de “mano dura”, como lo expresó en los principales debates, al afirmar que “los miembros del Tren de Aragua –quienes accionan dentro del país, según ella- deben terminar en la cárcel o en el cementerio". Propone un fortalecimiento de la inteligencia policial y una gestión integral para combatir el crimen organizado.

Jeannette Jara

   Como ganadora de las primarias de la izquierda, se presenta con una notable densidad de propuestas, liderando, según el informe "Rumbo al 2026" de la Universidad de Chile, en los ejes de economía, seguridad y salud. Su programa se distingue por un fuerte componente de prevención social del delito y el fortalecimiento del rol del Estado. En el debate defendió la reciente reforma de pensiones y abogó por perseguir "el hilo del dinero sucio" del narcotráfico, levantando el secreto bancario para facilitar las investigaciones judiciales (“Sigamos la huella del dinero”, sostiene).

José Antonio Kast

   Su programa se articula en torno a los ejes de mano dura en seguridad, facilitamiento del negocio privado en el área de la salud, y liberalismo extremo en la economía, con énfasis claro en el control fronterizo, total libertad a los carabineros en orden público y estímulo generoso a la iniciativa empresarial. Durante el debate, subrayó que más allá de los nombres o ministerios, lo que se necesita es "la voluntad, el carácter y la decisión" del presidente para enfrentar al crimen organizado.

Johannes Kaiser

   Presenta un programa de corte liberal con un enfoque concentrado en trabajo y minería, según la Universidad de Chile, abogando por un Estado reducido a su mínima expresión y la expansión del sector de la economía extractivista. En seguridad, su énfasis en el "control fronterizo y Fuerzas Armadas" lo alinea con Kast. En el debate propuso la creación de un superministerio que fusione Defensa y Seguridad, que a su juicio deben ser las principales tareas del Estado, con diferencia.

Eduardo Artés

   Su programa se centra en economía y trabajo desde un enfoque estatista y redistributivo. Propone la renacionalización de recursos como el cobre y el litio para financiar políticas sociales. En el debate, articuló una visión geopolítica particular, argumentando que el crimen organizado busca "desestabilizar a los países... para que luego vengan... las tropas norteamericanas".

Harold Mayne-Nicholls

   Exhibe un programa con un fuerte énfasis comunitario. Sus propuestas en seguridad se enfocan en la prevención a través de la cultura y el deporte, para "quitarle las esquinas a la delincuencia". Además, promueve la conciliación trabajo-familia y un sistema de salud con enfoque intercultural.

Franco Parisi

   Su agenda presenta un carácter técnico, con propuestas de grandes despliegues y golpes de efecto en seguridad, como "sacar a los militares a la calle a petición de los alcaldes". En materia social, destaca su idea de migrar hacia un sistema de pensión por consumo para ampliar la base de cotizantes.

Marco Enríquez-Ominami

   Su programa subraya la necesidad de un rol activo del Estado, especialmente en el gasto público, la salud de la mujer y el empleo juvenil. Durante el debate, propuso utilizar el 2% constitucional, reservado para emergencias, como fuente de financiamiento inmediata para la crisis de seguridad.

   Estos puntos programáticos, sin embargo, no son documentos estáticos; cobran vida en la arena dinámica de la campaña, donde los mensajes se adaptan, los ataques se lanzan y las percepciones de los votantes se forjan en tiempo real.

Dinámica de la campaña: del debate a las redes sociales

   La contienda electoral de 2025 se libra en múltiples frentes simultáneamente. Por un lado, los debates televisados tradicionales siguen siendo una plataforma clave para que los candidatos confronten sus ideas ante una audiencia masiva. Por otro, la arena digital, con sus propias reglas, se ha consolidado como un espacio decisivo donde se moldean percepciones.

   El Debate Presidencial de Anatel fue un escenario clave para observar estas posturas. En materia de seguridad, la discusión giró en torno al rol de las Fuerzas Armadas, con propuestas que iban desde el despliegue militar en las calles (Parisi) hasta el uso en fronteras (Kast, Matthei), mientras otros, como Jara, ponían el acento en la inteligencia financiera. En políticas sociales, el financiamiento de las pensiones y la postura sobre la despenalización del aborto marcaron los puntos de mayor polarización, revelando las profundas brechas ideológicas.

   En el ámbito digital, el informe C22-CEP sobre las primarias ofrece un análisis revelador. Si bien las métricas tradicionales como las visualizaciones acumuladas colocaron a figuras establecidas como Evelyn Matthei y la precandidata en las primarias Carolina Tohá a la vanguardia, las corrientes subterráneas digitales revelaron una realidad más compleja que presagió los resultados de las primarias.

   Jeannette Jara, a pesar de un alcance general menor, cultivó una ventaja distintiva: registró el sentimiento negativo más bajo que cualquier candidato. Esto sugiere una poderosa conexión personal con las audiencias, que logró neutralizar parcialmente las "emociones de miedo" que el promovía en torno a su origen partidario, señalando que su "trasfondo político comunista es su desventaja". Además, la "constancia" de su campaña en la comunicación, en contraste con la estrategia de "peaks" de alta visibilidad de Tohá, demostró ser más efectiva para construir un impulso sostenido, una lección crucial en la arena digital moderna.

   Sin embargo, detrás de las maniobras tácticas de la campaña se encuentran los desafíos estructurales irresolubles que definirán el legado de la próxima administración, independientemente de quién prevalezca.

Los grandes desafíos de Chile y las respuestas programáticas

   La seguridad ha sido instalada como la máxima prioridad ciudadana. El informe de la Fundación Carolina subraya esta preocupación con datos concretos: un aumento de la delincuencia, una tasa de homicidios que se ha elevado en un 50% en los últimos cinco años y una percepción de inseguridad que afecta a la mayoría de la población. Este clamor obligó a todas las candidaturas a poner la seguridad en el centro de sus propuestas, aunque revelando una profunda fractura filosófica sobre la naturaleza del problema.

Punitivismo a ultranza y rol de las Fuerzas Armadas

   Un bloque de candidatos, que incluye a José Antonio Kast, Johannes Kaiser, Franco Parisi y Evelyn Matthei, priorizó un enfoque de control y sanción, diagnosticando el problema como una falta de voluntad y fuerza. Sus propuestas pivotaron siempre sobre el uso de las Fuerzas Armadas para el control fronterizo y el orden público, el aumento de penas y una retórica que apela al "carácter y decisión" para enfrentar al crimen. El informe "Rumbo al 2026" de la Universidad de Chile confirma que estos candidatos enfatizan el control fronterizo y el despliegue militar como herramientas centrales de su política.



Estrategias integrales y dimensión social

   En la vereda opuesta, candidaturas como las de Jeannette Jara y Harold Mayne-Nicholls proponen estrategias que ven la delincuencia como un síntoma de descomposición social que requiere una respuesta en múltiples fases. Sin descuidar el control, incorporan una fuerte dimensión social y de prevención. En el debate, ambos destacaron la importancia de "perseguir el hilo del dinero sucio" del narcotráfico (rever el secreto bancario), fortalecer la inteligencia policial, promover la reinserción y desarrollar programas de prevención comunitaria a través del deporte y la cultura. Esta visión es corroborada por el análisis de la Universidad de Chile, que concluye que ambos candidatos "incorporan con fuerza la dimensión social y comunitaria" en sus agendas de seguridad.

   Si bien la seguridad es la urgencia más visible, los desafíos en el ámbito socioeconómico son igualmente estructurales y complejos, y definen otra de las grandes encrucijadas que deberá resolver el próximo gobierno.

Encrucijada socioeconómica: jubilaciones, salud y crecimiento

   El panorama socioeconómico de Chile es complejo. El reciente acuerdo multipartidista para la reforma de pensiones fue visto como un punto de inflexión, pero persisten preocupaciones estructurales. Las listas de espera en salud, la creciente crisis de salud mental y la necesidad de reactivación económica son problemas que ocupan un lugar central tanto en el diagnóstico ciudadano como en los programas.

El nudo gordiano de las pensiones

   El sistema de pensiones sigue siendo uno de los nudos más difíciles de desatar, pues encarna el conflicto ideológico central: el fracaso de la salida individual y la necesidad de volver a la solidaridad colectiva. En el debate de Anatel se manifestaron estas visiones contrapuestas. Por un lado, propuestas como la de Evelyn Matthei de "premiar a quienes cotizan" buscan reforzar los incentivos individuales. En el otro extremo, Jeannette Jara defendió la creación de un nuevo pilar solidario financiado por los empleadores, claro ejemplo de un enfoque colectivo. En medio, otras ideas como la de Marco Enríquez-Ominami de bajar la edad de la Pensión Garantizada Universal (PGU), o la de Franco Parisi de aumentarla anualmente en 50.000 pesos, buscan ajustes al sistema existente.

Salud, políticas sociales y la brecha ideológica

   Esta tensión entre incentivos individuales y seguridad social colectiva en el debate de pensiones es un microcosmos de la división ideológica más amplia que define todo el panorama de la política social, especialmente en el área crítica de la salud. En materia de salud, el informe "Rumbo al 2026" identifica un consenso transversal en la urgencia de reducir las listas de espera y abordar la salud mental como una prioridad nacional.

   Sin embargo, detrás de este consenso en el diagnóstico, subyace una profunda brecha sobre el modelo a seguir. El mismo informe de la Universidad de Chile evidencia una clara divergencia entre los enfoques liberales, que promueven un Estado reducido y una mayor participación del sector privado (Kaiser, Kast, Matthei), y los enfoques estatistas, que abogan por un rol central del Estado en la provisión de servicios sociales (Jara, Artés, MEO). Esta división se hizo patente en el debate presidencial en temas como la despenalización del aborto, donde las posturas irreconciliables de los candidatos sirvieron como un claro ejemplo de las fracturas ideológicas que atraviesan el espectro político.

   Las distintas visiones sobre cómo abordar la seguridad y la economía revelan tanto puntos de encuentro como fracturas profundas, delineando el complejo escenario de gobernabilidad que enfrentará quien asuma la presidencia en 2026.

   En este marco, además, irrumpió nuevamente el inagotable movimiento estudiantil. Los secundarios de Santiago volvieron a movilizarse con tomas de colegios contra la política represiva del alcalde Mario Desbordes, con semanas enteras de procesos asamblearios y deliberación en niveles que recordaron a la lucha de los Pingüinos (2011). Mientras los candidatos mantienen los ojos puestos en la elección, el piso vuelve a moverse (y no es un terremoto).

Convergencias, divergencias y gobernabilidad

   La carrera presidencial hacia 2025 se desarrolla en un Chile que busca certezas tras un período de alta intensidad política. Según el informe "Rumbo al 2026" de la Universidad de Chile, existen tres áreas de convergencia programática transversal que podrían sentar las bases para futuros acuerdos legislativos: el combate al crimen organizado como prioridad ineludible, la urgencia de la salud mental como desafío sanitario de primer orden, y la capacitación laboral como motor clave para la competitividad.

   No obstante, las divergencias son profundas y estructurales. La principal tensión se manifiesta entre la visión de un Estado activo y redistributivo, que combata al crimen organizado hasta en sus cuentas bancarias, defendida por candidaturas como las de Jeannette Jara y Eduardo Artés, y la propuesta de un Estado reducido y de corte liberal, pero muy presente y autoritario en el despliegue armado en las calles (donde están los estudiantes), promovida por Johannes Kaiser, José Antonio Kast y Evelyn Matthei.

   En este contexto de fragmentación política y desafección ciudadana, el principal desafío para el próximo presidente o presidenta será la gobernabilidad. Más allá de ganar la elección, quien llegue a La Moneda deberá tener la capacidad de construir acuerdos amplios y duraderos. La habilidad para navegar entre estas convergencias y divergencias no solo definirá el éxito de su gobierno, sino también el rumbo de Chile en la próxima década.

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